jueves, 29 de mayo de 2014

El libro.

Cuando cumplí treinta años, mi tío me regalo un libro que no leí entonces, no se el porque, quizás estuviera ocupado en otras lecturas, o acaso, a la vista de lo que ahora voy a relatar, el mismo libro no deseara ser leído quedando olvidado en mi pequeña biblioteca acumulando polvo junto a los otros, en el ultimo traslado, paso a ocupar una caja y ha perderse en el fondo de un armario a la espera de una ocupación mas digna.
Hace unos días, cuando buscaba una caja para mis pequeños recuerdos, lo rescate de ese olvido, se encontraba junto a otros ya leídos que donaría a una biblioteca.
Quise interpretar esa aparición como una señal, iniciando su lectura inmediatamente.
Ahora y a día de hoy aún no lo he terminado de leer, su lectura se esta demorando, y digo demorando, porque no siendo un libro de muchas paginas, de agradable lectura y careciendo yo en estos momentos de ocupación, apenas avanzo en su interpretación, el caso es que no avanzo conscientemente, leo un par de paginas y vuelvo a empezar desde el principio.
Por qué? - yo también me lo pregunto.
Subrayo trozos del texto, como haría un estudiante y los releo una y otra vez.
Carece de sentido, no es un libro del que me vaya a examinar, y ahora mismo no sabría en que genero situarlo: novela, fabula, relato, diario. El caso es que la atracción que siento por su lectura, pausada eso sí, me esta propiciando una consciencia algo intrigante. Se me están quedando grabadas frases, pequeños trozos del texto que coloreo para que resalten como fogonazos, que si bien son resultantes del sentir del autor junto a las situaciones y sucesos del protagonista están formando una amalgama de sentimientos en mí que van desde la inquietud a la revelación o despertar.
Por cada trozo subrayado en el libro yo tengo su correspondencia en mi vida real.
Es como sí, mi existencia estuviera escrita en el libro.                    
 Y no precisamente de una forma quijotesca, como podría derivar alguien en sus pensamientos sobre lo que ahora lleva leído.
Todo esta sucediendo, tal y como lo estoy relatando.
Desde la primera pagina, en la dedicatoria, el autor escribe: Para J.
Atrayente, intrigante, me esta dedicando a mí el libro. Seguramente no. Y si fuera, sí.
Creo que lo entendéis, con lo cual desde el mismo instante, yo empiezo a sentir indicios de algo.
Desde el mismo prólogo. Yo, que escribo un blog tan intimo, a veces pensando de una forma narcisista y considerandos a vosotros lectores, mis Oréiadas y esta pantalla de ordenador, el lago donde se reflejan mis sentimientos, transformando así la leyenda y el mismo discurso de Oscar Wilde, subrayo: ... no lloro por ti, sino por mi, porque cada vez que tu te asomabas podía ver mi propia belleza reflejada en tus ojos.
El libro continua con el sueño del protagonista, en el que me veo reflejado, un sueño recurrente y un actor que me retrae a un pasado demasiado cercano, en apenas tres paginas yo ya me he sentido la estrella del relato.
La siguiente pagina deja en mi cierto desasosiego, aquí las coincidencias me atemorizan, resulta que salvo unos pequeños matices, es como si yo mismo estuviera discurriendo lo mismo que él.
Vuelvo a leer, y me sorprendo con mis propios pensamientos, todo lo que ha sucedido en el libro hasta ahora, lo puedo extrapolar a mi vida y encaja, de nuevo otro subrayado: "Hemos de estar preparados para las sorpresas del tiempo" Un tiempo para el que yo, ya estaba preparado.
Consulte, tenia la necesidad de hacerlo, recurrí a "la gaditana" poniendo en sus manos dos párrafos pequeños entresacados del sueño del protagonista y de mi sueño. Su respuesta acrecentó mi inquietud y su alegría, quizás fuera ella conocedora de mi estado, creo que sí, nuestra amistad fraguada en tiempos de palabras inacabadas, la situaba en el mismo punto geográfico en el que se encontraba el protagonista, formando también parte del relato y personaje del mismo, -debes ir, me dijo, aunque tu sueño sea difícil. Conversamos animadamente tras este reencuentro nuevo de dos amigos que se quieren y se aprecian y que por consiguiente nos permite un fluir de sentimientos espontáneos. Prometimos vernos para seguir la charla, esta vez a ser posible con un buen vino, ambos sabíamos que no habría mucha demora.
Cual era mi sueño?, acaso ella lo sabía. Esos dos trozos de texto encajaban en mi vida desde hacia unos meses, o era yo, el que deseaba que encajaran.
Ella había cumplido su sueño?
Vosotros habéis cumplido vuestro sueño?
Leí otro poco después de la charla, intentando no dar crédito a mis sueños. Durante mi vida he leído muchos libros de temas diversos, pero con una misma constante que ahora debía una vez mas resaltar en el texto que me ocupaba, la incapacidad de las personas para escoger su propio destino.
Tuve que detener mi lectura intentando averiguar la sutil diferencia entre destino y sueño.
Me pregunte: Yo he escogido mi destino? No.
En algún momento perdí el control de mi vida y la gobernó el destino?. No. Quizás, sí.
Reflexiona, piensa! -me dije.
 Quizás esa no sea la cuestión, evidentemente escogí mi destino desde el mismo instante que no quise ser lo que mis progenitores hubieran deseado. Con lo cual, si escogí mi destino, lo que ocurre es que ahora, con el paso del tiempo, con parte de un camino ya andado, me pregunto: Iba emparejado mi destino a mi sueño personal?
Y si era mentira que cuando perdemos el control de nuestra vida esta pasa a ser gobernada por el destino.
Me conteste a mi mismo sinceramente, en silencio.
Yo tenia mi sueño, como todos vosotros, pero en mi caso no lo había alcanzado, aún, esa era la realidad más aplastante.
El problema  era en que parte del camino me encontraba y si estaba a punto de desistir de él.
El libro se había aparecido en un momento crucial, y yo, quería interpretar ese descubrimiento.
Intente seguir leyendo pero ya no pude concentrarme.
Llego la noche y el bullicio de pensamientos.
Retrocedí a mi juventud, al principio de mi sueño, cuando yo tuve uso de razón, ahí estaba y seguía en mi, durante un tiempo al igual que el protagonista lo había retenido, puede que por una razón de vivir, pero la pregunta que se formo era: -¿ había desistido exactamente de él.?
Ahora tenia que decidir, entre: a lo que me había acostumbrado y lo que me gustaría tener. Entre los apegos y los sueños.
Nada me lo impide, salvo yo mismo. -Pensé, para luego añadir, creo que ahora, me encuentro mas cerca...
Al día siguiente continué con la lectura.
Había dejado al protagonista trabajando para limpiar su cabeza de malos pensamientos, con su sueño momentáneamente estancado en una ocupación que necesitaba para realizar su sueño.
Curioso, mantener un empleo durante un tiempo prolongado, reunir el dinero suficiente para tan solo dar un paso más en la consecución de un sueño. Me acorde de D. Antonio Seximbra, el también tenia su sueño, y todo continuaba a su alrededor mientras él permanecía estático. Y si yo, también me quedaba contemplando como un espectador esos días iguales y monótonos. Y si D. Antonio tuvo miedo de que su sueño le decepcionara y agotaba los días tan solo imaginándolo. Acaso, el destino.
Resultaba una paradoja, me acorde del escaparate, al comienzo transparente y ahora traslucido con el paso del tiempo,  su sueño difuminado pronto se convertiría en un espejismo.
Y si él no quería más en la vida.
Volví a subrayar: Nunca desistas de tus sueños.
Yo también había vivido otro tiempo, y había conquistado otras metas, ahora debía limpiar mi escaparate.
Porque tuve la sensación estraña de que desde mi juventud una fuerza desconocida estaba tratándome de demostrar que mi sueño era imposible.
Y si fui a Santiago para demostrarme a mi mismo inconscientemente que podía conseguir mi sueño.
Volví a reflexionar sobre el camino que hice a Santiago, cuando salí mi destino estaba a seis horas, aunque para caminar esas seis horas había empleado 26 días.
Me pregunte: y si ahora también me encuentro a seis horas de mi sueño? y de mi destino?
De nuevo era preciso continuar, creer en las señales. Treinta años me habían conducido hasta aquí, y si ahora estoy a tan solo seis horas?...
Treinta años!!! Grite para mis adentros.
Donde me he perdido...                                                                                  ... continuara





sábado, 24 de mayo de 2014

La caja y el arbol

Soy como todas las personas:
... veo el mundo de la manera que desearía que sucediesen las cosas y no de la manera como realmente suceden. Paulo Coelho . El Alquimista.


Sabéis, tengo una estrella de mar, que un día compre en un mercadillo cerca de un puerto de mar. Una caracola grande, que me regalaron hace muchos años cerca de Ampuria Brava.
Un montoncito de piedras escogidas por mi en las playas del Atlántico.
Unas flores secas que alguien dejo olvidadas en una copa de cristal vacía.
Una jarra de hierro que un día encontré en una tierra marchita.
Un trozo de lava con un pedacito de olivina que halle en una laguna verde de una isla lejana.
Tengo monedas acuñadas solo con el valor de un día.
Un recipiente para tomar mate, que desde Uruguay alguien me envió como vinculo de amistad.
Un anillo de plata oscura, con la fecha del primer amor.
Una vieja maquina de escribir, donde transcribí mis primeros apuntes.
Unos viejos retratos, apretados en un álbum deforme.
Un cuento de Mafalda, dedicado por una familia argentina, compañeros de noches de radio.
Una reseña de amor y una entrada de un concierto.


Todo esto entra dentro de una caja y son mis posesiones más queridas junto a un arbolito que rescate de un contenedor desechado por un jardinero exigente hace ya mas de 20 años.
Yo, me he acostumbrado a ellas y ellas a mí y me pregunto: me acostumbraría a su ausencia.
Pasaron a formar parte de mi vida en diferentes etapas y la modificaron como parte de un destino, elementos de un viaje que se asociaron a mi sueño.


Ahora había tomado una decisión, las decisiones siempre son el comienzo de algo que desconoces desde el mismo momento en que las tomas, es como un viaje que te llevara a ver el mismo mundo
de una forma nueva.
Siempre he ganado y siempre he perdido, podía contemplar el mundo como una victima y quedarme en el vacío, o salir a buscar un tesoro.
Mis decisiones anteriores me llevaron a situaciones que nunca imagine y me permitieron descubrir que en la vida, las cosas cambian en un segundo, casi antes de acostumbrarme a ellas, y hice nuevos amigos, uno siempre acaba rodeándose de nuevos amigos después de una decisión.
Las decisiones vienen precedidas de una señal, una señal que nos dice que decidamos, las cosas no cambian por si solas.

Recogí todos mis recuerdos y los metí en el tarro de recuerdos, me di cuenta del poco espacio físico que ocupaban.
Los coloque junto a mi mochila.



El arbolito se lo regalare a un jardinero fiel.

He decidido perseguir mi sueño, buscar mi tesoro.

viernes, 16 de mayo de 2014

El jardinero fiel.

... para que a las preguntas estrelladas del cielo
responda nuestro sueño con una sola llave,
con una sola puerta cerrada por la sombra.
                                      Pablo Neruda.

Un recuerdo se forma tras de un instante, después de un momento, y una historia es su relato.

Sucedió que hace unos lustros, cierta persona en su caminar habitual, llego a una ladera pedregosa que miraba al río y se detuvo a observar lo que le rodeaba, se sentó en un saliente y acariciado por el sol y el viento tuvo un sueño.
Y decidió conformarlo. Durante los ratos libres que le permitía su profesión de comerciante, que no eran muchos, fue dándole forma. Día tras día y durante doce años, con su esfuerzo creador, fue convirtiendo la ladera pizarrosa en un jardín.
Donde antes solo existían piedras recalentadas por el sol y alguna mata de tomillo, fue creando parterres de flores y arbustos.
Primero, planto un álamo, cerca del río y lo protegió y vio crecer. Acomodo unos escalones de pizarra para ascender a una pequeña terraza que adorno con algunas flores de colores, todos los días se acercaba para regarlas, en su bici, que debía dejar en la altura de la ladera.

Poco a poco, fueron pasando las estaciones, los años y fue creando terrazas donde le pareció idóneo, las protegía con trozos de pizarra y de madera que acarreaba de una casa derrumbada que existía en las cercanías, fue amoldando escalones a la ladera y regando su jardín.


Unas ruedas cansadas se detuvieron para albergar una vida.
Y así, un día y otro mas, en armonía con el entorno, su jardín se fue alzando desde el álamo a la cumbre.


Su sueño, era sentarse en la parte más alta, donde dejaba su bici, a leer un libro y a contemplar el río y su jardín. Allí recibiría a los que llegaran, a los que le encontraran, y compartiría su obra.


Y hasta la cumbre continuo con su sueño, hasta este mirador rustico donde ahora me encuentro contemplando su obra, apaciguado por el entorno y disfrutando de su jardín.

Hoy, he llegado aquí, a esta tierra de nadie y de todos, guiado por un impulso hasta tu mirador, desde donde contemplaste el río discurrir y tu libro sin leer.
Me senté en el banco que abrigaste del sol, al lado de la ventana del cielo y mire el río.


He palpado tu sueño, los arbustos ya han brotado y el rosal al pie del álamo tiene tres rosas.


He subido unas garrafas de agua, por las mañanas se riegan las plantas de la derecha, por las tardes las de la izquierda, como tu solías hacer.
Muchos han dejado sus sentimientos en la lona de la caseta donde guardabas tus herramientas, y los recortes de prensa, al lado del banco. Todo esta en armonía, yo, he estado escribiendo un rato junto al encino del alto, cerca de tu mirador.


No desvelare donde se encuentra, pues tu querías preservarlo tan solo para los que lo descubrieran, volveré, quizás mañana.
Gracias, Ignacio Moro (+ 13-01-2014), constructor y jardinero de un sueño.

jueves, 15 de mayo de 2014

Luna llena

                                                     Cuando sale la luna
                                                      el mar cubre la tierra
                                                      y el corazón se siente
                                                      isla en el infinito. (Federico García Lorca)

Ayer, hubo luna llena, por mi vida han pasado multitud de ellas, y espero sigan pasando más, el hecho es que, por el acontecer de mi vida esta la he vivido de una forma diferente y considero que
merece una pagina en mi blog dada la experiencia que he podido disfrutar.
Podría parecer estraño, quizás a la mayoría os lo parezca, que nos reunamos un grupo de amig@
en un sitio alejado de las luces de la ciudad y nos dediquemos a contemplar la luna y ha realizar un pequeño ritual  ancestral.

La luna esta presente en nuestras vidas de una forma inexorable y desde tiempos remotos ha sido testigo y protagonista de muchos cultos por diferentes motivos.
El caso es, que días antes y conocedores del evento, decidimos juntarnos en un lugar alejado de nuestra ciudad, como dije antes, para disfrutar de esos momentos,  lo ideal hubiera sido encontrarse cerca del Teide, porque esa noche su forma triangular se alinearía con el sol y la luna y teniendo cerca a Saturno,
proporcionando unos momentos de magia en un lugar inigualable, como no estaba a nuestro alcance
el lugar, pero si la visión y el influjo de la luna, nos quedamos con la magia y nos trasladamos a las cercanías de la Ermita del Viso, que nos pareció el lugar mas idóneo y conveniente a todos.
Pusimos nuestro empeño en mayor o menor medida, de vestir de blanco, sonriendo a la luna que se empezaba a alzar en el horizonte y tras unos momentos de algarabía, de presentaciones y de reencuentro de amigos comenzamos el ritual que habíamos preparado.
Deberíamos utilizar su potente luz como una ocasión para cosechar lo que habíamos sembrado y para encontrarnos libres para plantar nuevos sueños.
Básicamente, el ritual estaba encaminado a las mujeres que allí se encontraban siendo nosotros, los hombres, meros testigos del mismo.
Dejar ir lo pasado.
Liberar los viejos eventos para recibir cosas nuevas.

Se purifico el lugar, nos purificamos nosotros con humo de salvia, leyeron las mujeres unas palabras invocadoras y cerramos un circulo, tenuemente alumbrado por unas velas, que se apagaban constantemente a pesar de nuestros esfuerzos por mantener la llama, al final desistimos de mantenerlas encendidas, ya brillaba la luna lo suficiente y nosotros.
Tomamos consciencia de donde nos encontrábamos y de nosotros mismos, de como nos sentíamos en ese instante que nosotros habíamos propiciado bajo la luna, las velas y la música, que con instrumentos dispares fuimos creando, cantamos, reímos, y comimos, todos en un circulo, compartiendo lo que habíamos llevado en armonía, para mi resulto muy grato el poder de las personas en un circulo, todos iguales sin principio ni fin.
Recordé unas palabras leídas, ya no se donde, perdidas en mi memoria: "Y vosotros que me buscáis, sabed que vuestro deseo y búsqueda no serán satisfechos a menos que conozcáis el misterio: que si aquello que buscáis no lo encontráis en vuestro interior, jamas lo encontrareis fuera."
Esta era la segunda luna de la cual yo era consciente de haberla vivido, resulta curioso, había visto muchas veces la luna, en todas sus fases, en muchos sitios distintos, siempre la misma luna, pero no había tomado presencia de mi ante ella.
La primera vez, fue una luna azul, no la olvidare, el 31 de Agosto del 2012, sabia que se iba a dar esa circunstancia y me deje arrastrar por su influjo a Oporto, al Duero, al mar, para sentirla donde yo quería.


Esta también la recordare con gratitud, por los momentos compartidos, por las personas que conformaron mi circulo, por la experiencia vivida y por los deseos sembrados.

domingo, 11 de mayo de 2014

Vuela, sin dudas.

Hace unos días que te fuiste y noto tu ausencia.
Cada vez que regreso a este espacio que hemos ocupado, anhelo inconsciente que estés.
Aun quedan unas cajas, quizás llenas de un ayer cercano.
Las paredes desnudas, ausentes de tu impronta.
El silencio, la música, siguió tus pasos.
Te fuiste.
Había llegado el momento, era el día señalado, ya estaba marcado en tu universo.
Y en el mío, que quedo vació.

Te estraño, apareces en ese espacio indefinible de mi corazón.
Donde, a diapositivas neuronales, salteadas, encuentro lo que conformaste en mi.
Escucho el silencio,
buscando el eco de tu risa
y aparecen tus primeros sueños,
miro el suelo,
de tu huella que se aleja,
donde caen mis lagrimas,
arrastradas con el soplo de tus deseos.
Melancolía de velas, globos, algarabía, ilusión.
Llantos consolados por la soledad de la noche.
Risas, alegrías inflamadas del orgullo de tus conquistas.
Escenas del teatro de nuestra vida.
Protagonistas ambos sin guión.


Me quedo aquí, en la bruma de tu no presencia, esperándote, dentro de este vació, encadenado con los eslabones del recuerdo.
Corto se me ha hecho el camino, dolorosos mis tropiezos, en una senda marcada sin yo saberlo.
Ahora, me detengo, tan solo un instante.
adelantame
no vuelvas tu vista atrás.
En este segundo, no.
Continua.
Déjame tan solo verte alejar.

Llanto
lagrimas, que clarifican recuerdos.


Ya.
 Ahora, yo me levanto,
continuo,
descubriendo mi camino, instantes desplegados frente a mí.

Sigue, sigue el deseo que te llama
déjate llevar por la melodía de tu vida
baila, ríe, llora, equivocate,tropieza.
Ama
Sueña
Crea


Seguiré, aquí, cercano a tus velas.
Distante de tus vientos.
Mas, si me necesitas,
tan solo mira
atrás.

Buen camino, hija.






lunes, 5 de mayo de 2014

Sueños

A veces, me pregunto: ¿donde empiezan los sueños?


Quizás en el infinito de nuestros parpados...¡ cerrados!


Sueños simples, sencillos, tenues.


Sueños a mitad de camino, en parte compartidos.


Sueños que nos dividen.


Sueños inalcanzables.


Sueños de belleza.


Sueños de temor.

Sueños de búsqueda.


Sueños que nos elevan.

Sueños deformados.

Y nosotros, ¿que buscamos en nuestros sueños?

Quizás,  magia y poder.

 Fortuna, riqueza.

Amor.

Amistad.

Brillar.

Ay! ¡sueños! nosotros tan pequeños.


Incluso poniendo melodías a nuestros sueños.



¡Sueños! Míos, o quizás también vuestros.
Si no cierras los ojos, 
no los ves.


Un sueño, caminando por la Ruta de los Prodigios. Salamanca. España.

sábado, 3 de mayo de 2014

Leyendas

La primavera invita.
Y un día entre semana festivo y con agradable temperatura más, con lo que aprovechando el beneplácito de la estación y la festividad salí a buscar una nueva aventura.
La verdad es que, desde que regrese de Santiago, no me acabo de asentar en la ciudad, y cualquier momento me parece oportuno para caminar. Hoy buscaba algo más, deseaba que en mi coexistir en un espacio natural cargado de leyendas, de amores y de tesoros escondidos, me empapara de inspiración para el sendero y para el posterior relato.
En mis viajes y excursiones trato de profundizar en el ayer del lugar, imaginándome muchas veces como un espectador de esas épocas pasadas, inclusive suelo deslizar mis manos por las piedras tratando de buscar una conexión que me transfiera al momento exacto en que fueron colocadas o talladas y las circunstancias que concurrieron.

Volví a la Sierra de las Quilamas, esta vez en busca de la leyenda, acercándome a San Martín del Castañar, un pueblo pequeñito adosado a la sierra de su nombre, en un espacio declarado reserva de la biosfera y recordando palabras de Gonzalo Moure: ...La primera mañana que estuve en el bosque percibí que el bosque existía, no necesitaba de mí, ni de ningún ser humano para existir.
Y, sin embargo, yo presentía que iba a ser parte de una gran aventura, y aquel bosque era el escenario encantado en el que cualquier cosa podía suceder."
Por estos entornos circulan como el susurro del viento, las historias de amor, las batallas épicas, los tesoros escondidos y como no, las espadas que surgen de la laguna en la noche de San Juan buscando un portador, con lo que el paseo iba a resultar de lo más interesante.
Recorrí el pueblo que me permitía tener también una visión esplendida de la Sierra de Francia y de la Sierra de Bejar.

Sabia que los romanos ya habían poblado este lugar, gracias a una estela que ahora ocupa el atrio de la iglesia, ..."seate la tierra leve" reza una parte de su inscripción, me gusto la dedicatoria.
Camine por sus calles hasta el castillo, poco queda, la verdad, aunque ahora esta perfectamente restaurado y con otro uso que me resulto muy agradable.

Al tocar sus muros y adentrarme en el recinto volvió, como un susurro, ligero, suave.
Quizás el viento que descendía de la cumbre agitando las hojas.
No, era la leyenda. El rey Rodrigo, coronado tras varios enredos y disputas de poder, se enamoro de la hija del Conde Julián, llamada Florinda, y claro sin la aprobación del padre que permitiera estos amoríos, con lo que por las bravas huyo con ella viniendo a dar a estas tierras, nos encontramos en el año 711, el conde dolido, y queriendo recuperar a su hija, o quizás más al tesoro que junto a su hija se había llevado Rodrigo de Toledo, pacta con un general musulmán la búsqueda y captura de ambos. Rodrigo para entonces se hallaba recuperándose de las heridas y de la derrota de la batalla de Guadalete y ampliando el castillo de Valero para la comodidad de los amantes a la vez que buscando un lugar idóneo para esconder el tesoro de los visigodos. El general Muza espoleado por el Conde Julián no da tregua en su búsqueda y consigue encontrar el paradero de los amantes, asediando su castillo, después de las consiguientes peleas entre moros y cristianos, el castillo se rinde, pero Don Rodrigo de nuevo a conseguido escapar con su amada por uno de los túneles, consciente del peligro que le persigue oculta a su amor y al tesoro en una cueva, y esperando distraer a los perseguidores galopa hasta Viseu, dejando atrás a Florinda y el oro con la intención de volver una vez apaciguada la búsqueda, la muerte le sorprende en Viseu a él y a su amada en la cueva que fallece en de la tristeza de la espera, la sierra toma entonces el nombre árabe Al-quila-ama, que significa: "el castillo de los amantes" Muchos fueron los que buscaron la cueva, los túneles o los pasadizos, los que creyeron escuchar a Florinda llamar a su amado, pero ninguno hasta ahora dio con el tesoro. Como es lógico circulan otras versiones de la leyenda y que el saber popular ha ido mezclando y variando a su antojo, aunque en todas ellas existe un común denominador, el amor y la riqueza.

Transcurren los siglos y hacia el XV, el castillo donde me encuentro, ha pasado de ser una torre fortificada a un palacio fortificado, el Conde de Miranda, señor de estas tierras, tenia una hija que se aficiono en demasía a los torneos que se celebraban por aquí, mas en concreto a las justas de la cercana Miranda, allí al parecer un caballero la tenia enamorada, y cada vez que había un evento allí estaba su amada presta a entregarle su pañuelo bordado en tardes apacibles, como prenda de amor. El susodicho caballero no era del agrado del Conde de Miranda y no deseaba que su hija se relacionara y menos que le amara, con lo que a los amantes, viendo que no hay bendición para su relación, se fugan hacia la sierra de las Batuecas, un lugar apacible e idílico, poco les duraría el romance en estas tierras, porque el padre les encuentra, aunque en esta ocasión y mas sensatamente, les obliga a regresar al castillo para que allí vivan su amor, transformando este en un Palacio. Como el tiempo no se detiene, el Palacio y la vida va sufriendo los avatares y diferentes usos según quien fuera el propietario, y paso de Palacio a cárcel, de cárcel a cementerio y tras el terremoto de Lisboa, a ruina y en la actualidad a mirador, cementerio municipal, y sede de la reserva de la biosfera.

Una vez fuera del Castillo o mejor dicho de lo que fuera un Palacio camine por los antiguos senderos por donde quizás lo hiciera Beolinda, buscando el tesoro, buscando la cueva, y hasta la espada del tal Rodrigo, lo que encontré fue arte en la naturaleza, una torre de planta cuadrada que refleja sutilmente la luz que le llega y donde en unos estantes el caminante deja algún objeto encontrado en el sendero, una piedra con una estraña forma, una raíz, una rama, una flor cortada, como si fueran mensajes para la siguiente persona que pase, todos toman y dejan, convirtiéndonos en cómplices de un juego de trueques secretos, bajo la mirada del bosque. Una oquedad pintada de rojo fuego en el verdor de la espesura, como una fauces abierta, protegiendo quizás el bosque o defendiendo un secreto, intimidando. Unas tejas requemadas, deformes por un fuego olvidado. Un horno apagado, testigo frío del tiempo. Una puerta abierta en el campo, en el bosque. Una puerta abierta para ser traspasada, un comienzo y un final, un final y un comienzo. Un punto de acceso de cambio, de transito a un espacio que siempre estuvo ahí y nunca ha sido observado.

Regrese al pueblo, porque ya tenia mi tesoro.

Tenia el disfrute de la armonía del bosque.
Tenia una pregunta.

Tenia la inspiración
.
Tenia una respuesta.

Solo pude decir