domingo, 28 de febrero de 2016

Colección de insomnios.

            Empiezo a conocerme. No existo.
Soy el intervalo entre lo que deseo ser y los demás me hicieron,
o la mitad de ese intervalo, porque además hay vida...
Soy esto, en fin...
Apaga la luz, cierra la puerta y deja de hacer ruido de zapatillas en 
el pasillo.
Quede sólo yo en el cuarto con el gran sosiego de mí mismo.
Es un universo barato.
                                      Álvaro de Campos.




Una noche más de un día vencido que me encuentra inapetente, cansado.
Entumecido de hastío.
Me sacudo los dolores, que caen en montoncitos al lado de la mesilla.
Resistiré, a ese enemigo que soy yo.
Me acurruco en la cama para dormir con la soledad.
Siempre me queda como un regusto amargo eso de no saber como hubiera quedado un "no" en vez de un "si".
Silencio.
Duerme ya, deja de coleccionar errores.
Ya no tengo miedo del silencio, aunque a veces no me deja estar en pie.
Del techo llueven recuerdos que golpean mi pecho como teclas de piano.
Música que calma el dolor, porque será, que esta canción, en la noche me duele más.
Tus abrazos han huido por la ventana, así, como si nada.
Atrapado, sin salida, entre la cama y la pared.
Nostalgia que amenaza mi locura con el aroma de la piel que bese.
Mi armadura brilla como claro de luna y lacera mi torso.
Sueño.
Pregunto a los recovecos del corazón por los saberes del amor.
Y vuelvo a empezar, a pensarte sin querer.
A viajar por la carretera de los afectos y los desafectos, donde siempre regreso
cansado, triste y sediento de tus besos.
Aprieto los parpados y busco consuelo en las estrellas de mis ojos ciegos.
Otro golpe más como un llanto para el corazón, que quiebra el espejo de las ilusiones.

Y así, aterido y frío me encuentra el alba, 
con la vida entera...
Resistiré, aunque tú, no duermas a mi lado.
Ven, sueño que vienes otra vez,
a vaciar el cajón donde guardo mis pañuelos de amargura,
empapados de llanto.
Me encuentro cansado
de dormir en el tejado
de frotar las estrellas,
de soplar a los vientos
para que tiemble con su aire
la campana que adorna
la terraza de tu corazón.
Sí, hoy te reclamo
para ajustarme con la vida.