domingo, 20 de diciembre de 2015

El árbol de Navidad

El sonsonete de los números cantados por los niños de San Idelfonso se expandía por toda la casa como un eco acabado en euros, mil euros.


Mariana se entretenía sentada en la camilla de la cocina de la abuela junto con su hermano al que cariñosamente apodaba "Gu", con unas pinturas y un juego de rotuladores nuevos que su tía diestramente había puesto a disposición de los niños para evitar que anduvieran correteando por el salón que aparecía  recién adecentado.
Los dos niños no paraban de preguntar a su tía:
 -¡Ginha! ¡Ginha!, ¿cuando ponemos el árbol de navidad?
-Esperad, esperad un poquito a que se seque el suelo.
-¡Jooo! el abuelo también tarda mucho, protestaban los niños.
Todos los años su abuelo cortaba una rama de un pino que crecía en la linde de su quintal, cuando el compro la propiedad ya estaba allí y todos los años por estas fechas  una de sus ramas servia de árbol de navidad, a los nietos les hacía ilusión como antes a sus hijos.
Gu se encaramo en el escaño que había junto a la ventana.
-¡Ya viene avo! ¡ya viene avo! -grito- monto en su triciclo y salio hacia la puerta.
Mariana, Gu, vamos al salón, les indico su tía.
La niña agitaba un dibujo frente a ella mientras salían de la cocina,:
 -yo quiero que quede así, como el que he pintado, ¡te gusta tía!-


Todos se dirigieron al salón, en el centro ya había dispuesto la abuela una gran maceta que esa misma mañana mientras dormían los niños había forrado de papel de plata.
El abuelo coloco la rama de pino y la sujeto por el medio, indicándoles a los niños que fueran haciendo bolas de papel con los periódicos viejos a fin de sujetar la rama dentro de la maceta.
Los niños fueron apretujando bolas de papel en la maceta con alegría hasta que esta quedo llena.
¡Ya esta, ya no se cae, abuelo! -dijeron.
Muy bien, les contesto el abuelo mientras se sentaba en la mecedora.
Ginha, por favor, puedes bajar la caja de los adornos.
Ginha se descalzo, arrimo una silla al armario y del altillo saco una caja de colores.
 Se la dio a Mariana, Mariana a Gu y Gu se la llevo al abuelo.
Todos los años se establecía el mismo ritual, el abuelo les iba contando la historia del árbol de Navidad mientras los niños lo iban adornando.
¿Sabéis porque ponemos una rama de pino? - les pregunto mientras abría la caja de los adornos.
-Sí abuelo, porque tiene muchas ramas y los adornos no se caen, -le dijo Mariana con una gran convicción.
Sí, es cierto, los adornos no se caen, pero -sabes las hojas son perennes, como el amor, dijo su abuelo balanceándose hacia adelante para que Gu viera todos las bolas de colores que había en la caja.
Entonces abuelo,.. el amor es de color verde... y pere... -dijo Mariana.
Bueno, es verde y de todos los colores que tu quieres que sea, Mariana y "perenne" que quiere decir que nunca se estropea.
A mi me gusta el rosa, abuelo, ¿porque no hay un pino rosa?
El abuelo se quedo dudando un instante, si que los hay, mira, se levanto de la tumbona y tomándola de la mano, la acerco a la rama de pino, ahora cierra los ojos y apriétalos fuerte, mientras piensas en tu color favorito.
Mariana cerro los ojos convencida.
¡Siiii, es rosa avo!
Pero cuando abro los ojos es verde.
El abuelo le acaricio el pelo con afecto, claro, porque solo es rosa cuando cierras los ojos.
Gu, mientras estaba sacando las bolas de la caja y esparciéndolas por la alfombra.
Primero pondremos las bolas azules, a ver Gu, vete dándole bolas azules a Mariana. Primero pondremos las bolas azules que representan el arrepentimiento.
Abuelo, abuelo, -¿que es arrepentimiento?
Arrepentimiento...veamos... es por ejemplo cuando le quitas a Gu el coche que le regalaron por el bautizo y el se pone a llorar, tú te lo piensas un poquito y se lo devuelves, verdad, pues eso es arrepentimiento.
¡Bah! abuelo yo se lo devuelvo para que no llore y llame a mama.
Venga ahora pondremos bolas doradas, las doradas son como los premios, las cosas buenas que hemos hecho durante este año.
¡Ufff !yo he hecho muchas cosas buenas avo, he aprendido a montar a caballo, me he portado bien en el colegio, eso también vale, verdad.
Si eso también vale, -dijo el abuelo- .
Por tanto, continuo, ahora pondremos las de color plata para agradecer todas esas cosas buenas que hemos hecho y aprendido.
¡Abuelo, abuelo! ¡solo quedan las rojas! .
Hay muchas, ¿porque hay tantas rojas?, abuelo.
Las rojas son las peticiones.
Claro, abuelo, ya lo entiendo, Gu ha pedido muchos juguetes, bueno yo también -dijo Mariana- mirando a su hermano.
¡A que sí, Gu!
Bueno...bueno, tendréis que dejar alguna para tía, para la abuela, para mama, para papa.
Tía, tía, ¿tu que vas a pedir? la rodearon con sus brazos.
No se, no se, es un secreto.
Ahora, pondremos esta cinta larga de colores, para ir dando vueltas alrededor del árbol.
¿Porque ponemos la cinta, avo? -pregunto Mariana.
Veras, la cinta es para que todos estemos juntos, mira y dándole un extremo la coloco a Mariana junto al árbol, ahora Ghina ira dando vueltas alrededor del árbol y todas las cosas quedaran unidas.
Ya solo quedaba la estrella, y un juego de luces en la caja.
A ver, Gu, tu pondrás la estrella, dijo el abuelo y lo alzo sobre sus hombros, para que llegara a la parte mas alta.
Veis como brilla.
 Los niños la miraban desde abajo, sorprendidos, y ahora pondremos estas lucecitas para que cualquiera que pase las vea desde la calle, así sabrá que es Navidad.

¡Biennnn! gritaron los niños al unisono, ya es Navidad.

¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar! (Charles Dickens)