Puede que alguno de los que leéis este blog, no hayáis podido hacer comentarios, creo que el problema radica en que estoy actualmente en Portugal y la dirección correcta del blog seria sustituir el .com por .pt. Hecha esta aclaración, os cuento:
después de caminar durante unas cuantas horas, la llegada a los albergues constituye un regocijo, en lo que rellenas el libro de entrada, en lo que te sellan la credencial de peregrino y te explican la ubicación de todos los servicios con los que cuentan, luego toca hacer tareas, aseo de cuerpo y ropa, elegir litera, dejar las botas siempre fuera de la zona de dormir, para no perturbar con malos olores el descanso y sobre todo tratar de hacer el mínimo ruido posible para no incomodar a los que descansan, acto que casi nunca se consigue, porque las cremalleras, el saco, la mochila, todo parece que se pone de acuerdo para hacerse oír en demasía. Las luces se apagan a las diez, pero se encienden linternas, móviles, etc para rebuscar algo necesario de ultima hora, luego cuando el silencio y la oscuridad parece que se restablece ya todos acomodados, comienza el coro de los ronquidos, jaja, al principio es solo uno, luego quizás, por contagio, nos vamos sumando la mayoría, y entre ronquidos y ruido de la fricción de los sacos, se te quedan los ojos como platos hasta que el cansancio te vence. Antes de que llegue el alba, vuelven los ruidos, los muy madrugadores, que se van desperezando recomponiéndose y que evitando hacer ruido, lo hacen, con lo que todos nos vamos levantando y abandonando el refugio del peregrino para continuar nuestro camino.
Hoy, veréis que el titulo de la entrada es "elíptica", os explico, ahora que he recompuesto el conglomerado de anotaciones, recuerdos. La etapa ha tenido tres momentos mágicos para mi, y el tiempo de la etapa ha sido fugaz.
La noche anterior conocí a Teresa , que al igual que yo viajaba sola, compartimos el tiempo de la cena en una charla breve y grata. Esta mañana me alcanzo en mi camino, y seguimos juntos durante unos kilómetros, yo decidí pararme y ella continuar, tiempo después nos volvimos a encontrar, estaba sentada junto a un arroyo, me detuve a su lado, a escuchar, a escucharla a ella, ha dialogar de sentimientos mientras el murmullo del agua les ponía música. Me aleje, porque entendí, porque supuse, que después del momento que compartimos, ella deseaba estar allí en ese rincón sola consigo, sin mi perturbación. Quise entender, que quizás esa era una de las gratitudes de este camino, acompañar hasta donde quisiéramos, sin sentirnos mal cuando dejábamos la compañía, sin despedidas , sin tristezas, tan solo un sentir: "buen caminho". Yo sabia que esta era su ultima etapa, que no llegaba a Santiago en esta ocasión, y me sentí incomodo por no haberme despedido de otra forma, sabia que si yo seguía caminando, ella ya no me alcanzaría, y yo me quedaría largo tiempo con ese sentimiento de insatisfacción molestando mi interior, seguí caminando durante otros kilómetros, y decidí parar, parar porque quería agradecerle el tiempo y los sentimientos compartidos, porque debía abrazarla y mostrarle mi afecto, y pare aquí porque sabia que ella pararía, y espere pacientemente y alegre a que llegara, como así fue, nos abrazamos, nos despedimos, nos miramos a los ojos, "buen camino" nuestro sentir quedo en nuestros corazones y en este tarro de recuerdos. Buen camino Teresa.
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