viernes, 5 de junio de 2015
La respuesta de la Condesa.
Yo tampoco he de empezar esta carta con las formalidades de nuestra sociedad tan encorsetada, sabéis que soy una dama rebelde y he de responderos, a golpe de latido, o a borbotones del corazón y con la premura de que partan estas noticias mías cuanto antes.
Con la inmensa alegría de haber recibido las vuestras y aún desbordada por la cantidad de notas que dejasteis en los sitios más inverosímiles de mis estancias para que os recordara.
Me he sentido emocionada, aún hoy, siguen en los lugares donde las encontré.
Se que estáis bien y que gozáis de buena salud, algo en mi interior me lo dice, denominar esa intuición mía como mejor os plazca, se que es así, puede que por mis raíces gallegas tenga algo de "meiga" y guarde, en lo más profundo de mí, poderes ancestrales que me permiten conocer vuestro estado de animo y de salud.
Vuestra carta, la cual he releído varias veces, fue colocada por el Sr. Fidel, apartada de las otras, encima del escritorio y justo debajo de un rinoceronte tallado en madera de ébano que adquirí mediante trueque con otras baratijas, un recuerdo de la tribu que nos acogió en este viaje, ya os hablare de ella a la primera ocasión que tenga de compartir con vos una larga velada.
El taimado del Sr. Fidel, puede que influenciado por su esposa (estoy segura), a la cual tuvisteis ocasión de conocer en la Pascua y de la que no creo que os hayáis olvidado, sobre todo después del sermón que os hecho, debe de sospechar, que vos y yo mantenemos una relación algo más allá de la amistad, de vez en cuando me pregunta sobre vuestro regreso y cuanto tiempo os quedareis, en fin, ambos sabemos que no se equivoca, pero por el momento les dejare a ambos que sigan con esa sospecha o suposición, así tendrán otro tema del que hablar mientras juegan al bridge o a la canasta las tardes de los domingos.
Os comunico como anticipo, que me he visto sumergida en varias situaciones complicadas y os lo cuento "a toro pasado", con esa expresión tan tuya. Algunas de ellas por mi carácter intrépido y aventurero, eso no os sorprenderá , pero sabed que en algunas he temido por mi vida al menos por algunos instantes, otras me obligaron a un esfuerzo físico extremo y otras, por suerte, pude ser reconducida a nuestro asentamiento por alguno de los guías, no temáis, he regresado de una pieza, vos sabéis que soy invicta y meiga, lo cual resulta una combinación curiosa para sobrevivir en estos lugares tan cautivadores, no he de deciros que desamparados para sus habitantes, pero si, para nosotros los europeos, que no estamos acostumbrados a estos peligros.
Las noches alrededor del fuego después de la cena, resultaron una sinfonía de estrellas acompañadas por el murmullo de los cánticos de la tribu que tapizaban la atmósfera con sus voces y que me embriagaban junto con los deseos por vos.
Sí, sentí cierta añoranza y he de confesaros, que en esas noches de luna llena, sonidos de animales desconocidos junto con el retumbar rítmico de los tambores, que acompañaban los bailes frenéticos de los guerreros, os deseaba ardientemente, ojala hubierais estado a mi lado, os confieso que imagine el recorrido de vuestros dedos por mi cuerpo bañado en sudor, como cierto es, que aún no se me ha pasado ese deseo y aquí, ya en mis aposentos del castillo de Franqueira, sigo teniendo esa necesidad vuestra.
¿Cuando regresareis?
Sabed que mis obligaciones me impiden durante un tiempo viajar a vuestro lado, cierto que aunque rebelde, soy una persona responsable y he de resolver algunos asuntos relacionados con la familia y con las personas que tengo a mi cargo. No dudéis que tan pronto como acabe con estos quehaceres, de mi condición y de mi animó pondré rumbo hacia vuestra residencia, si es que antes vos no podéis regresar a este lugar que tanto os place.
Os dejo, pues, al igual que vos a mí, con esa turbación que producen los deseos del amor, con el ansia de vuestras noticias y de vuestros abrazos, al menos de momento, a la espera de vuestra respuesta, o de vuestro regreso, lo que antes se produzca o lo que vos mejor consideréis o podáis efectuar y tener por seguro que yo también os amo y os espero.
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