Los Tras-os-montes, la zona del Alto Douro Portugués ofrece lugares así, que reúnen estas características, me encuentro en la Reserva de Peneda-Geres, rodeado de robles, acebos, madroños abedules y otras especies foráneas como el eucalipto aunque en menor medida, para mi tierras de cielo y agua, duras y frías, pobladas desde tiempos inmemoriales por gente aguerrida, los Burios y los Suevos, posteriormente los romanos, que desde Bracara Augusta conectaron con Astorga, cumbres graníticas que me desafían, arroyos y cascadas que me atronan y valles escondidos que apaciguan mis ánimos.
Me he acercado a Pitoes das Juinas, por una carretera enrevesada para conocer su monasterio, el porque de sus ruinas y lo recóndito del lugar. Casi todos las iglesias que conozco, su emplazamiento obedece a una aparición, esta no iba a ser menos, y según cuenta la leyenda así fue, el conjunto de edificios que lo componen y que en la actualidad es un rompecabezas de piedras llenas de musgo diseminadas en la vegetación, se encuentra junto al arroyo Campesino, en un lugar escarpado y silencioso, encajonado en una garganta, y mas bien se me antoja lugar para alguien ermitaño, el monasterio es de origen cisterciense, finales del siglo IX y se conserva la iglesia con su pórtico románico, parte de las arcadas del claustro y algunas edificaciones anexas que sirvieron de apoyo a los peregrinos que iban a Santiago por estas tierras inhóspitas.
En el muro de la iglesia una piedra hace referencia al año de 1147 y esta consagrado a la Sehora das Unhas, como peculiaridad a parte del nombre, es el que este monasterio del Cister, es el más aislado del que se tienen noticias en Portugal. En el nombre o su invocación interviene la leyenda que se ha ido transmitiendo y que es la siguiente abreviada eso si,: dos cazadores que andaban por estas tierras, antaño de osos y de muchos lobos, observaron que sus fieles perros se subieron a un roble, y se quedaron en mitad del tronco, sin bajar ni subir, acercaron se preguntándose que ocurría con esos canes, que se enfrentaban a osos y lobos y ahora permanecían paralizados en mitad del tronco del roble, dirigieron se hacia allí y hallaron una imagen de la Virgen, y como es habitual erigieron un monasterio, el porque del nombre de la Virgen hace referencia a las huellas de las uñas de los perros que quedaron gravadas en el tronco del roble, hasta aquí la leyenda, aunque seguramente la Virgen fue escondida por algun devoto cristiano en su huida de los moros.
La Virgen y el monasterio que en un principio fueron "de las uñas" derivo con el tiempo en "de las Junias" como así se conoce esta zona. Me detuve entre las piedras caídas y con el ruido del arroyo recordé las palabras de Miguel Torga:" Acabamos de ver la dureza de este desierto... El cuerpo herido con el cilicio de la realidad cotidiana y el alma a oír de antemano, absorta, la música de la eternidad."
Deje el Monasterio, sus ruinas y a su Señora de las Uñas o de La Juventud, pues esa seria la traducción bíblica de Junias y me fui a deleitar con las aguas cristalinas del arroyo Pitoes y la cascada que origina y que sirve de ex-libris a esta zona, desde las alturas de las rocas hasta el roble centenario donde dicen que habita un duende.
La noche que coincidió con luna llena, me encontró a las orillas de la albufeira do Alto Rabagao, en la aldea de Negrões,
y donde al calor de la lumbre escuche la historia del Ponte da Misarela, de boca de una anciana que me relato lo siguiente: el puente se empezó a construir para unir las aldeas de Frades y de Vila Nova, después de terminar la construcción regresaban a sus casas satisfechos con la obra que habían hecho, pero cuando regresaban al día siguiente, el puente se había caído, ellos no se desanimaron y volvieron a construirlo, cuando estaban a punto de verlo concluido de nuevo el puente comenzó a trastabillar y se cayo, asustados al oír entre el estruendo una voz que decía:"nunca conseguiréis ponerlo en pie" pensaron que era obra del diablo, con lo cual afligidos fueron a llamar al sacerdote de la aldea, este les convenció de que regresaran y volvieran a empezar, que esta vez el puente no se derrumbaría, el sacerdote les acompaña, llevando un pan bendecido debajo del capote, cuando están a punto de colocar la ultima piedra, el puente comienza de nuevo a moverse, es cuando el sacerdote saca el pan y lo hace rodar por el puente:
invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, el puente quedo en pie y el milagro hecho.
Aún así, y como esta es tierra, y el lugar en concreto, de largos cuentos y tradiciones, de brujas o meigas, de lobos y de poderes ocultos, la anciana dueña de la casa pone más énfasis y aludiendo a un familiar suyo continua con el relato alegando que es de buena tinta o de viva voz, pues a su familiar le aconteció:
En fin, que en todos los viajes, me cruzo con historias fantásticas y aquí me encontré que debajo de este puente se hacían ritos ancestrales ligados con la fertilidad.
Déjenle, que va apenas
a beber agua de Ensueño a cualquier fuente,
a cojer azucenas
a un jardín que el presiente.
Viene de la tierra de todos
allí mora
y allí regresa después del amanecer
déjenle pues pasar, ahora.
(Miguel Torga)
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