Hablar de café, es hablar de Portugal.
Es tal la cantidad de establecimientos que sirven café que en algunas rúas se encuentran apenas distanciados cinco o diez metros.
Cafés centenarios, la verdad existen pocos. Es posible que en vuestra ciudad exista alguno, el hecho es, que quizás el mejor café se toma en Portugal, y más concretamente para mi, en Oporto.
Oporto también tiene sus cafés centenarios, dos, el Progresso y el Piolho, claro esta, que la fama, aún no siendo centenario, se la lleva el Majestic.
Cada establecimiento centenario tiene su propia historia como es lógico pensar y hoy, que me encuentro en el Progresso me apetece contaros esta su historia o sus curiosidades.
El Café Progresso se funda un lindo domingo, en concreto el 24 de septiembre de 1899, y según reza en la crónica de la época por media docena de consumidores de café descontentos de lo que le servían en otros cafés. Pronto adquiere fama y controversia, aunque a todos les gustaba el café servido allí, les intrigaba la razón de su sabor tan original, siendo motivo de tertulias y de especulaciones, muchos se aventuraban a dar por cierto que el sabor tan original se producía porque los sacos de café se almacenaban junto al bacalao en las bodegas del establecimiento y como consecuencia de eso, el café del Progresso era el café más portugués de todos, al unir los dos productos más representativos del país. La realidad era que el señor D. Mario Henriques mezclaba en los almacenes diferentes y exóticas variedades de café consiguiendo dar con ese sabor único del café del Progresso.
Apurado el "cimbalino" que es como se pide un expreso en Oporto, haciendo honor a las primeras maquinas de café italianas "La Cimbali", me pido un café de saco, en este establecimiento y en esta ciudad "invicta" de Oporto. Deciros que en el café de saco, se vierte el agua hirviendo sobre el café y se conserva en un recipiente cerámico, delicioso.
Disfrutados los cafés del Progresso, su tranquilidad y su buen jazz, me dirijo hacia el Piolho, el otro establecimiento centenario de esta ciudad.
Sí, la traducción es la que estáis pensando, El Piojo, y su nombre se debe a que se encuentra cerca de la zona estudiantil desde el año 1909, al ser un establecimiento pequeño, siempre estaba abarrotado de estudiantes, al igual que ahora están sus paredes llenas de placas conmemorativas de todos aquellos cursos que compartieron tertulias en este establecimiento.
La historia del Piolho, en realidad se lee en sus paredes.
Me alejo del Piolho y me dirijo al Majestic, porque se dice: que el que visita Oporto y no va al Majestic, es como el que va a París y no ve su torre Eiffel, aquí añado yo, como el que va a Salamanca y no ve la rana de su Universidad.
El Majestic fue inaugurado en la rúa de Santa Caterina en 1921, aunque en un principio se llamo "Café Élite" Se dice que aparte del aroma del café, allí se inhalaba el aroma de la piel de sus sillones y digo yo que también los perfumes de las damas de la alta sociedad de Oporto que lo frecuentaban y se veían reflejadas en los espejos flamencos que lo decoran, concebido como un espacio lujoso y aristocrático, destacando su decoración interior, "art nouveau", poco tiempo estuvo con ese nombre, pues considerando el establecimiento, su decoración, las personas que lo visitaban y la época, se decidió por un nombre con mas glamour, "Café Majestic" oh, era la Belle Epoque que se vivía en Oporto también.
Me pido un café, que diligentemente me es servido, por un camarero uniformado al estilo de la época, si de 1921, mientras veo mi imagen reflejada en los espejos y con los angelitos mirándome, el pianista acompaña el murmullo de los que allí estamos con suaves melodías.
El Café Majestic, tuvo una etapa dorada hasta 1960, donde pudieron convivir perfectamente la aristocracia y los estudiantes y profesores que hicieron una poderosa polarización social del café de sabor y de la absenta.
A partir de 1960 comienza una época de declive, en el 1983 se promulga su interés publico y en 1992 se le empieza a devolver la vanidad de un buen Café, abriendo sus puertas de nuevo en 1994 con todo el brillo de épocas pasadas. Personajes ilustres se han sentado en estos sillones de cuero repujado, anteriormente de terciopelo rojo, a degustar su café, y sus estucos de rostros humanos, el juego de espejos rayados por el tiempo y las lamparas consiguen crear un espacio amplio dando calidez y confort a una charla agradable, eso si a primeras horas, pues luego cuando se llena, se convierte en un "Café de Babel."
El Majestic como establecimiento me ha gustado, no así el precio que he tenido que pagar por mirarme en un espejo tomarlo (2,50 E), me vuelvo al Progresso a acabar esta entrada, que allí se respira jazz, hay Wiffi, el café vale 0,70 E y no me deslumbran los flashes de los turistas, que si quiero barullo también tengo el Piolho.
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